Acabamos de atravesar una época en la que los buenos deseos se manifiestan de forma mucho más expresiva y en muchas direcciones. Todos esos buenos deseos que has recibido o enviado son una demostración de la naturaleza bondadosa y amable del ser humano. Tal vez no se cumplan siempre, pero el hecho de sentirnos apreciados y reconocidos ya es un gran logro. ¿Y si lo hiciésemos más a menudo?
Te invito a que reflexiones un momento sobre cómo te has sentido al recibir esos buenos deseos de personas a las que aprecias y quieres. O tal vez de personas que simplemente te recuerdan y quieren que tú sepas que estás presente en su memoria y en su futuro. ¿Cómo se sintió tu mente y tu cuerpo al saber que estás siendo recordado de una forma amable, amorosa y cálida? También puedes dejar que tu mente y tu cuerpo recuerden como se sintieron al querer hacer visible tu cariño y reconocimiento hacia otras personas. Es posible que lo estés sintiendo ahora.
No solo puedes hacerlo en fechas o momentos especiales. Puedes hacer que cada comunicación o interacción sea un momento para seguir cultivando amabilidad.
Cada vez que comienza un nuevo año, o un nuevo periodo, queremos mejorar, eso es algo innato también en nuestra naturaleza. Nuestro afán de superación y desarrollo forma parte de nuestra especie. Y también es posible que, según van avanzando los días, esos propósitos vayan quedando enterrados en los problemas y rutinas del día a día, hasta que llega un momento que parecen tan lejanos que ni siquiera los sentimos como válidos. Y surge la autocrítica y el enjuiciamiento, esa gran voz que tanto conocemos.
En lugar de centrarnos en un logro concreto, como aprender un idioma o mejorar nuestra forma física, podemos hacerlo en cultivar una cualidad que ya está en nosotros y que puede impactar en todas y cada una de las relaciones y experiencias. Estoy hablando de la amabilidad. La amabilidad no solo hacía los demás sino también hacia un@ mism@. Parece extraño, ¿verdad? Pues no lo es mucho más que ser autocrítico. Si puedes desarrollar una actitud también puedes desarrollar la otra, claramente con sensaciones muy diferentes.
Podríamos hacer referencia a los estudios que existen sobre cómo la amabilidad repercute positivamente en nuestra salud mental, en nuestras relaciones y los afrontamientos positivos de los retos que nos plantea la vida. Pero realmente no servirá de mucho, al menos a nivel práctico, ya que lo realmente importante es que puedas experimentarlo en los diferentes aspectos de tu vida. Cada vez que escribes un mail o mensaje, cada vez que hablas por teléfono o cada vez que cometes un error, tienes la oportunidad de seguir desarrollando esta habilidad. Notarás como te hace sentir bien, con mayor conexión y aceptación de la experiencia, e incluso con mayor motivación para avanzar en el proceso que estés desarrollando, sea cuál sea.
No solo se trata de decir “gracias”, que por otra parte es fantástico y muy reconfortante el mostrar gratitud, forma parte de la actitud amable. Se trata de ir un poco más allá, igual que haces en Navidades, o cuándo comienzan las vacaciones o cuando aparece la enfermedad en nuestras vidas. ¿Te imaginas diciendo solo “gracias” cuando un amig@ te escribe deseándote lo mejor para un nuevo año o tu pronta recuperación de una enfermedad? No solemos hacerlo porque algo se enciende en nosotros al sentir ese cariño y reconocimiento, y queremos expresarlo también de forma más extensa. Cuando una persona hace algo por ti, cuando un amigo se preocupa por tus necesidades o ¡un vecino te recoge tu paquete de Amazon!, puedes ser mucho más amable. Amplía tu amabilidad, reconoce el tiempo que ha empleado en ayudarte, o manifiesta lo feliz que te hace sentirte acompañado o dile cuán importante es que estés en su vida. Podrás experimentar cómo esa persona abre su corazón y se conecta contigo, sintiendo que algo no visible se activa con fuerza y os une en ese momento.
Hace unos años leí un estudio en el que se reconocía que las plantas crecen más y están más sanas cuando se las trata con amabilidad. Si la amabilidad tiene ese impacto en una planta, imagínate el impacto que puede tener en una persona. En las personas con las que vives, las personas con las que trabajas y compartes objetivos, o las personas que no conoces pero que comparten una experiencia común. Cultivar la amabilidad, hacia ti y hacia los demás, hace que estemos contribuyendo a crear un mundo mejor. Y esto lo puedes hacer ahora.