El final del año nos invita a reflexionar sobre nuestra vida y plantearnos metas que reflejan nuestras aspiraciones. Mejorar la salud, encontrar más calma, viajar, aprender algo nuevo o incluso buscar el amor son intenciones comunes en esta época. Sin embargo, todos sabemos lo difícil que es mantener estas intenciones con el paso de las semanas.
¿Por qué es tan fácil abandonar nuestros propósitos? La respuesta está en nuestra mente.
¿Por qué no conseguimos nuestros propósitos?
Al inicio de un nuevo año, nos dejamos llevar por la emoción del momento: un cierre simbólico y una nueva oportunidad. Sin embargo, nuestra mente no cambia tan rápido como nuestros deseos. La mente necesita más tiempo para cambiar de “rumbo”. Necesita tener una intención clara y genuina que no provenga de un deseo transitorio, sino de la fortaleza de querer transformar algún aspecto de nosotros para mejorar nuestro bienestar.
El primer gran error puede ser infravalorar el poder nuestra mente, tanto para abandonar patrones repetidos y conocidos cómo para crear unos nuevos. A la mente le gusta lo conocido, se regocija en lo que nos hace sentir seguros y con la sensación de control, y por el contrario, lo nuevo le genera incertidumbre, alerta y desasosiego, sobre todo si es importante. Si decidimos cambiar algo de nuestra conducta, mejorar cómo nos relacionamos con los demás o con nosotros mismos, o generar un nuevo hábito más saludable, cómo meditar o hacer deporte, primero tenemos que tomar conciencia de que es muy probable que nuestra mente trate de boicotear esa intención de diferentes maneras, por ejemplo, a través del enjuiciamiento y la autocrítica, a través de emociones cómo la pereza o el miedo, o también con pensamientos futuros pesimistas. Cada una de estas acciones es una muestra de la mente resistiéndose al cambio, tratando de mantener el control a través de perpetuar lo que ya conocemos. Realmente es una acción de autoprotección, a su manera nos está protegiendo de poder experimentar algún tipo de dolor físico o emocional, es nuestro instinto más básico de supervivencia. Sin darnos cuenta podemos estar limitando nuestra capacidad de descubrir y experimentar nuevas opciones que nos permitan vivir con mayor libertad.
Mindfulness en el proceso: Pasos para mantener tus intenciones
Llevar conciencia al proceso es el segundo paso. Darme cuenta de cómo mi mente se puede estar resistiendo y qué estrategias está utilizando.. Esto, aunque parece obvio, no es nada sencillo. Tal vez sea la parte más complicada, tener la suficiente atención para poder reconocer qué es lo que está ocurriendo. Por ejemplo, si mi intención es mejorar mi salud física a través de hacer deporte o caminar más, es probable que a los pocos días comience a notar cierta resistencia para continuar, pensamientos del pasado sobre aquellas otras ocasiones en que no lo conseguí, o pensamientos del futuro sobre la posibilidad de no conseguirlo. No me doy cuenta que ni el pasado ni el futuro son realmente el presente. Salgo del momento presente para proyectarme a tiempos que no existen, pero que sin embargo pueden condicionar la percepción de lo que puedo realizar aquí y ahora. Lo importante realmente es ser consciente del proceso, de lo que va ocurriendo en cada momento del presente, pensamientos y emociones, es ahí donde podemos pasar a la acción, tomar decisiones y volver a comenzar. Dirigir la atención a cómo estamos abordando cada paso del proceso para poder adaptarnos.
Principales pasos para mantener tus Intenciones
Claridad de Intenciones: Asegúrate de que tus metas nacen de una intención genuina, no de expectativas externas o impulsos momentáneos.
Atención al Presente: Enfócate en cada paso del camino, en lugar de obsesionarte con el resultado final. El aprendizaje y el crecimiento están en el proceso, no solo en la meta.
Autoconciencia: Reconoce y observa los patrones de resistencia en tu mente y cómo afectan tus acciones. Este simple acto de observación puede cambiarlo todo.
Adaptabilidad: Sé flexible. Si encuentras obstáculos, reajusta tu enfoque sin abandonar tu intención.
La importancia de la Autocompasión
El tercer paso es cultivar una actitud amable y compasiva hacia nosotros. No lo confundamos con la permisividad o la indulgencia. Una actitud amable y compasiva está más relacionada con la capacidad de cuidarnos y atendernos ante la dificultad y los retos, tanto aquellos que elegimos como aquellos que nos vienen dados. Ofrecernos aquello que necesitamos cuando la cosa se ponga “difícil”. Ofrecernos amabilidad y amor desactiva el miedo al fracaso, la autocrítica y el enjuiciamiento de manera directa. Tanto el miedo, como la autocrítica como el enjuiciamiento son la principal causa de que muchas de nuestras intenciones o propósitos sean abandonados y olvidados, incluso cuando son realmente relevantes en nuestra vida. Cuando sintamos que nuestras ganas decrecen, que perdemos fuerza para seguir adelante en nuestro propósitos, nuestro mejor aliado no va a ser la autocrítica feroz, el mejor aliado será tu amor y compasión hacia ti.
Por último, y tal vez sea la más importante, inicia el proceso con la afirmación de que ya eres suficiente tal y como eres en este momento. La percepción de que no somos suficientes añade dolor y sufrimiento a cualquier intención que queramos llevar a cabo, parte de una raíz negativa de nosotros, y de esta forma lo que ocurra a partir de ese momento será, en el corto o en el largo plazo, doloroso. La sensación de insuficiencia constante en nuestra vida es una fuente de insatisfacción, una búsqueda que nunca llega a su fin y que nos desconecta del momento presente, del único momento que podemos vivir.
La meditación no es un medio para alcanzar logros, sino una forma de vivir plenamente cada momento del camino. Este año, en lugar de enfocarte solo en tus metas, permítete disfrutar del proceso, aprendiendo y creciendo a cada paso. ¿Por qué no comienzas hoy? Tómate unos minutos para respirar, parar y plantar la semilla de tus intenciones con atención plena.